martes, 4 de enero de 2011

La Piñata y el Rey


Galletas de Chocolate

Después de la tibia respuesta que tuve a mi primer blog en más de un año, tuve que meditar largo tiempo sobre el futuro del Fideo, seguiré adelante, a pesar de contar con la apatía y a la vez la presión de una que otra persona por ahí que dice que necesito alimentar el blog varias veces por semana. No estoy de acuerdo pero bueno, ¿no saben cuánto tardo en escribir esto? ¡Son tres días para producir un párrafo tal vez dos!
Continuamos.

Si paso un plumón fosforescente por los sucesos del 2010, dos incidentes resaltan de inmediato: uno es bueno y el otro no.

Primero el bueno.
Este mini episodio en mi vida se lo dedico a todas aquellas amigas que nunca fueron La Barbie del salón. La moda pasaba por encima de uno por obvias razones, lo más que nos quedaba era la diadema o los aretes.

Este momento se lo dedico a todas aquellas amigas que de reojo veíamos al fulano y ahhhh. Por supuesto el fulano nunca nos veía a nosotras. Tal fulano era Pancho, era el Rey de la Prepa, Uff! El y sus amigos -todos iguales o más guapos que él- cruzaban la plaza cívica con la nariz en el aire, caminaban como si tuvieran su propia música de fondo. A un ritmo hecho especialmente para ellos, eran el estereotipo clásico de las películas de John Hughes. Eran en efecto el Ken de La Barbie del salón. Claro que Pancho me torció varias veces observándolo y aunque no me mataba el hombre si me era casi imposible dejar de verlo.

Una de esas tardes a la salida de la escuela, él y sus compas pasaron frente a mí en su Jetta, -porque por supuesto tenían que manejar el carro de moda- unos pasos más adelante se detuvo el carro y abrieron la puerta. Ahora yo, digamos, soy super despistada, y yo, digamos, nunca se me ocurre que es para mí la pedrada o la insinuación, nunca se me ocurre, así que nunca respondo. Pero los compas tuvieron la paciencia para darle tiempo al pez para que pique y después de unos minutos me acerqué al carro y en eso que le aceleran los muy… si, tenían mucha clase.

Todo esto ya lo había olvidado, pero un buen día en la primavera del 2010 lo vi, a Pancho el Rey de la prepa. Con un chaleco rojo y un bordado que decía “Office Depot”, ¿yo? boca abierta. Tremenda alegría, casi bailo y canto en el pasillo, estaba a punto de tener esos momentos “híjole”, donde suelta uno la carcajada y se da un palmazo en el muslo.

Al salir de la tienda pude ver su foto en la placa de “Empleado del mes”, el resto de sus compañeros difícilmente pasaban los 20 años. Felicidades Pancho, ¿yo? Con mi propio negocio, a veces tambalea pero es mío, es propio, envié algo al mundo creado por mí. Soy mi propia jefa.
Con dinero o sin dinero pero ahora YO soy el Rey.

Ahora lo malo
Por alguna razón fui invitada a una piñata. A mí -y ya se los he dicho- me encantan los niños con limón y sal. La mejor manera de describir esta fiesta es decirles que en cada mesa había un plato de plástico lleno de sabritones. Me sentaron en la mesa de los abuelos, han de ser mudos porque ni una palabra me dirigió la abuela, a pesar de mis simpáticos intentos de empezar una conversación. Esperé la llegada del taquero, oh decepción cuando vi que era birria, mi blusa blanca se sentía muy amenazada. Pos como no había plática le entré como en casa, la tortillitas recién hechas, la cebollita, el cilantro  finamente cortadito y la Pepsi estaba bien fría.

Llego la hora del pastel y a cada quien le tocó su platito, una rebanada miserable en mi opinión, yo quería más. En la mesa estaban los abuelos, nietos y yo, los chamacos se iban al brincolín llegaban corriendo se echaban la soda en un trago y corría otra vez al brincolín. ¿Qué niña va extrañar un pedazo de pastel? Si tienes la piñata, la bolsita de dulces y el brincolín. Además deja les digo que esta niña en particular, que se llamaba Estrellita, más bien parecía planeta. No necesita pastel.
Pues me robé la rebanada de pastel de la niña, ya sé, que bárbara blah blah blah, pero ¡yo quería más! estar en la mesa de los abuelos debe tener una recompensa. Además nadie se dio cuenta.

Lo malo que cuando uno No ama a los niños, los ignora, lo que significa que ni se ven cuando están en la mesa sentados frente a uno.

Llega Estrellita bofeada de la jugada -perdió todo el glamur esta niña- y lo primero que hace es preguntar ¿dónde está mi pastel? Es en ese momento su hermanito, un bastardo de 9 años me apunta y dice “Ella se lo comió”.

Silencio incómodo, todos me ven feo.
Pausa.
Estrellita se tira al suelo.

Receta
Galletas de chocolate o Cómo apaciguar a Estrellita
La primera vez que hice estás galletas fue un desastre, la segunda vez fue esta navidad, dejé la masa en el refrigerador unos tres días, dejé que endureciera la masa antes de hacer las bolitas y meterlas al horno.
Esta receta la adapté de la gran Martha Stewart, hasta la foto la hice igual que ella, sin mucho éxito. Las galletas son sencillas y sin mucho chiste pero con un vaso de leche frío mmm todas las penas se olvidan.


Ingredientes

2 tazas más 2 cucharadas de harina blanca

¾ de taza de cocoa

1 cucharadita de bicarbonato

½ cucharadita de sal de mesa

10 oz ó 2 y ½ barras de mantequilla a temperatura ambiente

2 tazas de azúcar granulada

2 huevos

2 cucharaditas de extracto de vainilla



Modo de preparar

Se pasa la harina, cocoa, bicarbonato y sal por un colador y se mezcla en un bol. Se deja a un lado.

Con una batidora eléctrica se mezcla la mantequilla y la azúcar en una velocidad mediana hasta que la mezcla se vea clara y espumosa, como 2 minutos. Se agregan los huevos, vainilla y se bate para mezclar bien. La velocidad se reduce a lento y poco a poco se va agregando la mezcla de cocoa y harina. Ya que se haya incorporado la mezcla seca con la mantequilla, azúcar etc. Se forma la masa en un disco plano, se envuelve en plástico y se mete al refrigerador hasta que esté firme la masa. Mínimo 1 hora.

Se prende el horno a 350°. Se unta de mantequilla la charola para hornear. Se forman bolitas de 1 cucharada generosa aproximadamente. Se colocan en la charola a 1 pulgada y media de distancia, esto es importante porque al estar horneando se expanden y no queremos que se peguen.

Se dejan en el horno unos 10 o 12 minutos, rotando la charola a mediados del proceso. Después que se haya sacado del horno la charola se deja unos 5 minutos antes de pasar las galletas a enfriar a una rejilla de metal.

Es todo, se van por su vaso de leche y ¡listo!

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