martes, 12 de julio de 2011

La Pequeña Madín y una tarta de durazno


Con tanto durazno en casa hice pastel y Tartas de durazno.
El placer de comer es uno de esos placeres de la vida a los que me aferro. La primera mordida, el siguiente mordisco, la promesa del platillo perfecto. Llevarte el tenedor a la boca con algo delicioso y después dejarlo caer al plato, con ese sonido inconfundible de metal contra cerámica.
Una probadita, un pedacito, una rebanada, una mordida; un traguito, un chorrito, un sorbete - un cachete. Un poquito, un muchito.

Ver la cara de amigos cuando les gusta algo que cocine, ver como sonríen y cierran los ojos con un “mmmm”, es un placer, felicidad pura, sin complicaciones.
Siempre es necesario tener admiradores, si no hay alguien adorándote ¿cómo sabes tú valor? ¿Quién soy si nadie me ve?
Hasta hace un mes, mi catador real era La Pequeña Madín, claro no tenía mucho chiste la mujer traga piedras, tiene un estómago capaz de digerir vidrio. Pero celebra cada uno de mis intentos -“ Man-teee-qui-LLAAA” dice con ojos semiabiertos. Ella te echa porras, grita por el internet o quien la quiera escuchar -“Megabueno”.

La Pequeña Madín es  “super-inteligente”, lo sé porque ella me lo dice, constantemente.
Su piel es severamente blanca con una melena oscura. Usa lentes para leer y por lo general esta vestida de negro lo que hace que contraste aún más con su blancura. Su nombre hace referencia a su estatura, es diminuta pero en su mente es gigante, una leyenda -“Especie de 'spelling dominatrix'” es como se autodefine. Y cuando dice eso siempre me la imagino vestida en su ajuar de charol negro con el látigo gritando -“¡Lleva acento estúpido!” con sus pesuñas envueltas en botas de tacón. Aunque en la realidad no sabe caminar en ellos, usa zapatos de piso o tenis. Cuando salgo a la calle con ella me veo como freak. Me siento como el primo de Toulouse Lautrec, altísimo caminando a un lado del enano, ese si era genio pa’ que veas. Nos vemos como la versión barata del cuadro “At the Moulin Rouge” de Henri. Solo nos falta el Bombín, aunque no dudo que La Pequeña tenga uno en su armario a un lado de la caja de chocolates.

Pero ahora sus placeres terrenales, por lo menos los que a gula se refiere, llegaron a su fin. Un día se sintió mal y con un gesto de diva se acomodó la boa de plumas y se fue en busca de la causa. Con un cigarrillo en la mano me cuenta como ahora sus opciones de bebida son agua y leche de soya, numera sus citas pasadas y pendientes -“Ya fui con el internista, ayer tuve una cita con el ginecólogo y el viernes tengo otra con el alergólogo. Básicamente no puedo volver a comer carne roja y el maíz es veneno para mí”.
-“Eso te dijo el internista o el ginecólogo?” le pregunto, -“No, no, me lo dijo la chochera”. En el transcurso de un mes ha ido a 5 doctores y todos le dijeron la misma cosa: Ponte a dieta.

Por lo tanto ya no hay nada que hacer con La Pequeña Madin. Ahora su plática consiste en recitar el menú del día:
-“90 gramos de queso fresco, 2 rebanadas de tomate…”
Sus conversaciones (antes influenciadas por las copas) sobre sus “quasi-affairs”, se convirtieron en una lista de comidas prohibidas -“No puedo comer queso panela, no puedo tomar cerveza, vino si, pan es la muerte, me puede dar una embolia si como pan de trigo, el pan blanco de seguro me mata”.
La veo sufrir, su cara tan expresiva dice lo mucho que le pesa dejar la comida, vamos al café y después de recitar la cena se queja de que tiene hambre -“Como si nada hubiera pasado por aquí pues…” dice señalando con un diminuto dedo a su boca.
Prende otro cigarrillo –“Maldita sea, ¿Porqué yo?”.

No lo sé, lo único que sé es que ya no tengo a quién darle de comer. Le di a probar una tarta de durazno y me dice que saco los duraznos de la tarta y se los comió con un pan centeno, para alguien tan inteligente no sabe la burrada que acaba de decir. A casi me da la embolia. Me imagino que la consideración estaba en el árbol más alto y no la pudo alcanzar. Y todavía me lo dice pues…intenso dolor corre por mi brazo izquierdo.

La razón por la tarta es porque el árbol de durazno de la casa de los viejitos que visito y cuido los fines de semana, está lleno hasta decir basta, me llevé 7 bolsas. ¿Qué hacer con tanta fruta? El año pasado hice mermelada, este año decidí lanzarme a hacer tartas. En total creo que hice 20 tartas, 6 pasteles y de remate un poco de mermelada. Me hubiera lanzado a la venta, si una señora pasa todos los días en su carrito con su cantaleta: “Ricos Tamales, baje o venga por sus tamaleees...” ¿Por qué yo no puedo vender mis tartas?

En esta ocasión hice la costra (se escucha muy feo en español) con un procesador en vez de a mano y mucho mejor, cada vez que la hice me salió bien la masa. Aunque es mentira lo que te dicen de “ligeramente espolvorear  la superficie de la mesa”, ¡es mentira! Es espolvorear pesadamente la superficie, una y otra vez porque si no se pega por todos lados.

Y salió, La Pequeña Madín no tiene idea, pero salió riquísimo. Lo que lleva encima de la tarta es una mezcla de harina, azúcar y mantequilla, al hornearse se hace crujiente. Le das una mordida a la tarta y la costra se siente ligera, los duraznos un poco ácidos, un poco dulces y lo que va encima completa el espectáculo. Fa-bu-lo-so. No es para nada empalagoso, es un dulce suave, sin apoderarse del postre.
Si, es verdad, lleva mucha mantequilla pero mira, si a nosotros no nos mata, ¿qué importa que a La Pequeña si?

Espero que pueda superar esta crisis La Pequeña Madín, temo que si no está ella dispuesta a comer las recetas, yo voy a engordar varios kilos y entonces sí, tendré que ir con el internista, el ginecólogo, el alergólogo y la chochera.

Tarta de durazno
 Ingredientes
Duraznos en rebanadas, cada pie o pay como quieran llamarle lleva como 5 duraznos grandes y cada tarta chica lleva 1 durazno.
Azúcar granulada
Harina blanca
Mantequilla
Huevos
Nuez moscada molida

Para costra
Esta receta es suficiente como para 12 tartas
2 ½ tazas de harina blanca
3 cucharadas de azúcr
1 taza de mantequilla
¼ de agua fría
2 yemas de huevos

 Procedimiento
Coloca la harina y la azúcar en el procesador y procesar por unos segundos hasta combinar. Agrega la mantequilla y procesar hasta que se vea como arena, como 10 segundos. Con la maquina procesando, agregar el agua fría en un chorrito lento, después la yema de los huevos, procesando hasta que la masa se vea unida. No procesar más de 30 segundos.

Esparcir sobre una superficie harina y vacía la masa, se coloca en un plástico y se forma un disco plano. Se envuelve en el plástico y se mete en el refrigerador por 1 hr mínimo antes de usar.

Después se trabaja poco la masa con un rodillo y se cortan círculos para después poder coloca sobre los moldes de las tartas. Con la yema de los dedos se pega la masa con cuidado al molde y se corta lo sobrante. Esta masa es a base de mantequilla por lo tanto se despega fácil del molde ya que salga del horno.
  
Para encima de la tarta
½ taza de mantequilla
¾ de taza de azúcar
¾ de taza de harina
½ cucharadita de nuez de moscada

Procedimiento
Se pone a calentar el horno a 400 grados F.

Se preparan los moldes con la masa. Se meten al refrigerador por unos 15 minutos.

Los duraznos pueden ser en rebanadas o en cuartos si es para un pay y se colocan en los moldes ya que se hayan sacado del refrigerador.

En un sartén hondo se derrite la mantequilla a fuego medio - alto, después se incorpora y se revuelve la harina, azúcar y la nuez de moscada, se retira del fuego. Se deja enfriar hasta que esté lo suficientemente frío para desmoronar, 10 a 15 mins.

Con el molde listo con duraznos, se desmorona la mezcla encima. Se hornea sobre una charola, en la parte baja del horno por 10 minutos a 400 grados F.

Después se baja la temperatura a 350 grados F y se hornea por 50 minutos más o hasta que esté de un color dorado encima.

¡Listo! se deja enfriar.